"Teníamos que habernos detenido antes" pensó Ulrich, secándose el sudor de la frente con un pañuelo. Pese a que la temperatura era baja en esa zona del bosque, el ejercicio físico y el peso del equipo hacía que los hombres sudaran copiosamente.
Ulrich Edam, sacerdote guerrero, encabezaba un pequeño contingente de tropas imperiales a lo largo del río Nitra, en la periferia de la región maldita de Sylvania. Su misión era patrullar los pueblos de la zona y acallar los miedos de los campesinos, miedos infundados pues la región se encontraba relativamente tranquila desde hacía ya muchos años. Las historias de hombres bestia, vampiros y demás bestias habían pasado casi a ser folklore popular. No obstante, los más viejos del lugar aún recordaban la guerra, el hambre y la devastación. Y allí estaban las orgullosas tropas del Imperio, para asegurar que aquello no volvería a ocurrir.
Sin embargo, se habían entretenido algo más de la cuenta en Asnovilla, el último pueblo por el que pasaron. Ulrich animó a sus hombres a emprender la marcha, y a apretar el paso para llegar al siguiente pueblo donde ya les habían preparado alojamiento y comida. Sin embargo, ahora dudaba... quizá tendrían que haberse quedado en Asnovilla a pasar la noche. El problema era que el pequeño pueblo no estaba preparado para acoger a su pequeña hueste: un regimiento de lanceros (algo escaso de efectivos), una sección de tiradores y un escuadrón de caballería.
Se encontraba inmerso en estas disquisiciones cuando uno de los batidores se le acercó corriendo.
- ¡Señor! ¡Hemos encontrado algo! ¡Como a un kilómetro!
Ulrich le dirigó una mirada dura e inquisitiva, que instó al batidor a seguir hablando.
- Parecían... guerreros no muertos. Esqueletos vivientes con espadas y armaduras.- Continuó el joven soldado, resollando por el esfuerzo de la carrera.
El sacerdote frunció el ceño. Miró en derredor y vio el río a un lado y el bosque al otro. Posiblemente el grupo de no muertos se dirigiera a Asnovilla. Rápidamente dio una voz para llamar a sus sargentos.
- El ancestral enemigo de estas tierras se acerca. Schneider, yo me quedaré con tus lanceros y nos enfrentaremos a ellos cara a cara, mientras la sección de tiradores nos cubre. Von Bramberg, tú y tus caballeros los envolveréis por retaguardia. Vamos a la batalla contra el mal, ¡por Sigmar!
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